La componente ultravioleta de la radiación solar, beneficiosa a pequeñas dosis, puede ser muy nociva por su efecto acumulativo sobre la piel. Los dermatólogos aconsejan protegerse de cantidades excesivas de radiación UV. Generalmente se piensa en la protección de la piel no cubierta, pero hay que tener en cuenta también la protección proporcionada por los tejidos, en particular en prendas ligeras.
UPF, acrónimo inglés de "Ultraviolet Protection Factor" (Factor de Protección Ultravioleta) es básicamente, la capacidad de una tela o material para evitar el paso de la Radiación Ultravioleta a través de él.
Con el fin de obtener legalmente la certificación UPF, aquellos fabricantes de tejidos técnicos, deberán de atender y realizar una serie de protocolos establecidos por un organismo internacional, como podría ser el "Australian Radiaton Protection & Nuclear Safety Agency UPF Rating" entre otros y una vez que los tejidos superan las pruebas establecidas, es a partir de ese momento, cuando podrían colocar en su etiqueta el logo UPF, además del rango de protección obtenido (10,20,30,40 50+).
En la actualidad "UPF 50+" es la mayor capacidad obtenida y significa que el tejido utilizado, nos protege sobre los espacios cubiertos por él, en un porcentaje superior al 97% contra la radiacion UVA y UVB, de forma sostenida y por el tiempo de su vida útil.
Podríamos creer, erróneamente, que por el simple hecho de llevar una prenda de ropa, estaríamos protegidos frente a la radiación solar y que sería suficiente con ponerse una crema protectora únicamente en las zonas de la piel que no están cubiertas por ella. Estudios científicos de diferentes textiles técnicos, realizados en varios centros tecnológicos, demuestran que la protección que presentan los textiles, frente a los rayos ultravioletas procedentes del Sol (los más peligrosos para nuestra piel) dependen de varios factores como pueden ser: la textura, el espesor, el tipo de fibra utilizada o los productos de acabado, entre otros. De estos estudios se ha concluido, que los colores más oscuros y tejidos más densos, nos protegen más de los rayos solares, y por ejemplo protege más una prenda de poliéster (siendo ésta una fibra sintética) que una de algodón (fibra natural). El instrumento de medida que nos permite conocer el grado de protección de que dispone un tejido es el espectrofotómetro, que mide la transmitancia espectral, directa y difusa, en el rango de longitudes de onda del ultravioleta, abarcando las longitudes de onda de las regiones espectrales UV-A y UV-B.
Cuando un textil no proporciona en sí mismo un factor de protección ante los rayos ultravioletas adecuado a su uso, éste debe ser tratado con productos específicos, ya bien sea en el proceso de acabado o en el de extrusión, previo al proceso textil: en el caso de "fibras naturales" como puedan ser el algodón, el lino o la seda, se actúa en el proceso de acabado reforzándolo, por ejemplo, recubriéndolos con productos de acabado que aportan propiedades al tejido, para que el mismo sea capaz de absorber o reflejar los rayos de sol que incidan sobre él. En el caso de las "fibras sintéticas" se podría actuar en el proceso de extrusión: entrando ya en juego la "nanotecnología", permitiendo añadir partículas mateantes o metales (p.e.dióxido de titanio) en el proceso de extrusión de estas fibras, de modo que, cuando los tejidos fabricados con ellas, entren en contacto con los rayos solares, puedan absorberlos o reflejarlos en mayor o menor medida, protegiéndonos así de los mismos.